Aprender a escuchar a nuestro cuerpo es clave para sobrevivir a este confinamiento. Saber distinguir entre lo que me pide el cuerpo y lo que me pide la cabeza, se está convirtiendo en un ejercicio diario para muchas personas.
Puede que hoy te des cuenta de algo…
Cuando la mente está ocupada son tus tripas las que te indican que es hora de comer, que tienen hambre. Pero cuando la mente no está ocupada, ¿qué ocurre? Ocurren atracones sin sentido, simplemente por una gula emocional que te lleva día tras día a un hábito que no te llevará por buen camino.
Te propongo: ocupar tu mente sobre todo en esos momentos (hace semanas que lo único que recomiendo es planificarse el día si ves que te vas de madre sin esta planificación), retira de tu cocina todo aquello que complace tu hambre emocional (yo le pido a Sergi que lo esconda o lo quito yo de mi vista; ojos que no ven, cabeza que no siente gula ;P), trata de cocinar del modo más saludable posible, incluso los postres, hay miles de recetas por internet y mis clientas tenéis un canal de cocina 100% saludable.
¿Sabrás distinguir ahora si tu hambre es real o emocional?