Ponte en su lugar, tú ya lo has sido.
Por circunstancias de la vida un día hice el ejercicio mental de recordar cómo me sentía yo de adolescente. ¡Madre mía!, me dije a mi misma. Y es que emocionalmente era una puñetera montaña rusa.
Hice este ejercicio porque en ocasiones no entiendo a los adolescentes y no los entiendo como adulta que soy. Resulta que desde el otro lado las cosas son muy diferentes ?
Como adulta puedo por un lado entender a los adolescentes porqué lo he sido y también me ha llegado el momento de entender eso que me decían los adultos cuando yo era la incomprendida.
Enamoramiento máximo, desenamoramiento total, corazón partido, estudiar, estudiar y desear que lleguen los 3 meses de verano, los padres pasan de la primera posición a la última de la lista, los amigos son lo más, la imagen que se muestra, … esto y mucho más fue mi adolescencia. Y con todo ello también aparecieron los límites, las opciones, las negociaciones, el “esto es lo que hay te guste o no”, “me da igual lo que hagan el resto de tus amig@s”, etc.
Resulta que el mundo no estaba hecho a mi antojo en muchas ocasiones y todo era una injusticia y un palo… Recuerdo vivir la adolescencia como un todo o nada y la adulta ha visto que ni mucho menos fue así.
Como adultos jugamos con ventaja, porqué entendemos a los adolescentes y a la vez sabemos por nuestro aprendizaje que los límites ?♀️a la larga no son para nada malos, al contrario.
Tengo que reconocer, sacarme el sombrero y agradecer a mi madre la paciencia y el temple de mantenerse en su lugar de limitadora y negociadora (seguramente dudando de si lo estaba haciendo bien o no). Hoy soy consciente de que todos aquellos límites por su parte (acompañados de mis lloros, quejas, críticas y enfados), no han hecho más que sumar en mi vida y me definen cómo la persona que soy por los valores que aquellos límites me dieron, hoy entiendo el por qué mi madre lo hacía.
Gràcies mami!!!?
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